En muchos casos las limitaciones son, entiéndase bien, una fuente motivadora de imaginación y recursos. Y si, como es el caso, hablamos de la narración en imágenes, comprobaremos que esas limitaciones nos obligan a centrarnos en lo que de verdad importa.
Y así, el relato lo agradece.
Puede que en su momento, la imposibilidad de recoger el sonido directo por parte de las cámaras de cine actuase como una limitación narrativa, pero qué duda cabe que desarrolló un lenguaje nuevo lleno de poderío visual, donde las elipsis, las conexiones entre planos o lo no mostrado cobraban una importancia fundamental.
Ya hablé en esta otra ocasión de la importancia que tiene en el audiovisual narrativo aquello que no se muestra. Y ya no solo como motivadora de la imaginación, más poderosa que cualquier concreción, sino como recurso para poder explicar o desarrollar acciones que de otra manera serían imposibles.
Un buen ejemplo de ello ocurre en "The Artist", película muda por elección, triunfadora en todos los festivales de 2011 y que combina a la perfección un ritmo narrativo "moderno" con las estructuras fundamentales del lenguaje del cine mudo de principio de siglo, y que se aposenta en unas interpretaciones ciertamente magistrales.
Ocurre además al principio de la cinta, en la secuencia que pasamos a detallar:
PLANO 1:
Vemos al que suponemos héroe y protagonista de la historia torturado para que hable. Pese a los diabólicos intentos de un par de doctores, la confesión no se produce.
PLANO 2:
En esta ocasión, es este segundo plano el que en realidad nos sirve de "situación".
Estamos, en realidad, en un cine, y la historia que estamos viendo es la que se refleja en la pantalla. Se nos remarca pues la ficción, al mismo tiempo que vemos a nuestro protagonista, exhausto pero sin haber dado ningún nombre, cómo es encerrado en una habitación con máxima seguridad.
La cámara se acerca y comprobamos cómo el guardián cierra la puerta.
PLANO 3:
Vemos el interior de la celda (remarcada por la sombra de los barrotes) y al héroe de esta historia vencido en el suelo.
Será precisamente esa sombra de los barrotes las que nos permita adivinar una presencia nueva, la de un perro, compañero inseparable del protagonista, y que se dispone a entrar en escena.
PLANO 4:
En un plano cenital y más cercano observamos cómo el perro se afana en despertar al héroe, para poder organizar un plan de fuga que se nos antoja imposible.
PLANO 5:
Y curiosamente, en este cambio de tercio, se nos presenta el clímax de la secuencia.
Primero en este plano general del público que asiste a la proyección.
Por un lado nos vuelve a remarcar que todo lo que vemos es mentira (aunque desde el primer plano hemos asistido a la proyección como uno más) pero en este caso porque se va a centrar en la reacción de ese público a lo que ocurre en la pantalla, precisamente ocultando lo que ocurre y centrándonos exclusivamente en la reacción de este.
PLANO 6:
En el principio de este plano vemos unas caras relajadas, en cierto modo felices (probablemente seguras de que el héroe se salvará) pero ciertamente concentradas en lo que sucede dentro de la pantalla (y que como digo a nosotros se nos niega)
De repente, acompañado de un estruendo sonoro que nos indica que algo ha pasado, comprobamos el gesto de asombro, de sorpresa, de incredulidad, de fascinación del público asistente.
PLANO 7:
Definitivamente hemos dejado de ser uno más de los que observa la película para pasar a ser observadores de los que observan.
Esto nos puede ofrecer una cierta insatisfacción, pero establece una doble mirada en la que con solo mirar al que contempla entendemos qué es lo que está ocurriendo en pantalla.
En esta ocasión, el público, feliz y emocionado, vuelve a exaltarse con lo que está teniendo la oportunidad de ver.
PLANO 8:
Y así, efectivamente, solo nos queda volver al plano inicial, solo nos queda volver a ser espectadores de la cinta para observar que, como hemos podido imaginar y sentir, nuestro héroe ha conseguido escapar.
Y comprendemos igualmente que no es tan importante el cómo ha escapado sino la sensación de incredulidad y fascinación que hemos tenido a través de los que sí pudieron verlo.
Y nuestra fascinación es doble, aunque no podamos evitar que nuestra imaginación vuele en busca de esa respuesta imposible.