Casi sin darme cuenta -u olvidándolo, de hecho- han pasado ya dos años.
Aún habiendo bajado el ritmo, este hermano menor de Bombero es mi Pasión se resiste a echar el cierre.
La cosa se resume en una única palabra: tiempo.
Tiempo para ver, tiempo para analizar, tiempo para reposar, para digerir, para escribir, tiempo para dejarse llevar por esa pasión tan imperecedera que es el cine.
Influido también por los problemas de derechos a la hora de subir los vídeos, este blog se adapta a las circunstancias (cosa que curiosamente no parecen aceptar otros, que se resisten a entender que la situación es diferente) y pone al mal tiempo buena cara.
Seguirá habiendo análisis, comentarios, reflexiones o apuntes alrededor de esa magia que se proyecta, o bien en salas o en el salón de tu casa.
El cine, sea como sea en el futuro, seguirá, inevitablemente, formando parte de mi vida.
Y por aquí, cual breve encuentro, se asomará.
Siempre.