Material didáctico y/o de entretenimiento alrededor del cine y la imagen


martes, 25 de marzo de 2014

12 años de esclavitud: mantener duele


Resulta curioso pensar cómo el cine es prisionero, a veces, de su propio lenguaje.

Narrar a base de encuadres, contar mediante planos, mostrar enlazando distintos puntos de vista de una misma acción.
Todo eso y mucho más es el cine, y, quizá por eso, cuando vemos una determinada escena narrada con diferentes planos, "somos conscientes" de estar viendo una película, una ficción, una mentira.

Quizá por eso mismo incomode, resulte extraño y a veces duela ver una acción con un plano mantenido, con un encuadre que no cambia.
Nos sorprendemos a nosotros mismos queriendo que cambie, como si en ese cambio estuviera el relajo que da saber que no es verdad aquello que se nos cuenta.
Y, por supuesto, nos podemos aprovechar narrativamente de esa incomodidad.

Algo así pensé mientras veía "12 años de esclavitud", la película recientemente oscarizada de Steve McQueen donde hay un plano mantenido que transmite perfectamente el agobio de la circunstancia que recrea.

No es necesario tampoco recurrir a espoilers, para tranquilidad de aquellos que aún no la habéis visto.

En la escena referida ocurre que, por una determinada lucha de poder, dejan a la mitad el ahorcamiento de un esclavo de la plantación, de tal manera que éste queda de puntillas sobre el suelo, pero con la soga bien atada a su cuello, en una posición ciertamente difícil de mantener.


Poco a poco vamos sintiendo el esfuerzo de ese hombre por mantener la estabilidad y no ceder a lo que sería su ahorcamiento seguro.

Vemos cómo lo han dejado ahí, y cómo poco a poco la vida en la hacienda cobra una relativa normalidad: los otros esclavos salen de sus casas y se reincorporan a sus labores, a la par temerosos y discretos.



Tras un minuto y medio con el encuadre de la escena intacto, vemos cómo una de las esclavas se acerca con una taza de agua y se la ofrece.
Es el momento de cambiar de plano.


Un minuto y medio es mucho tiempo de narración, y en ese plano mantenido hemos sufrido con el protagonista de la escena su dificultad para conservar su posición de puntillas y no caer por su propio peso.

Influye además el hecho de que sea un plano abierto, con lo que la posibilidad de que podamos "intervenir" en la acción se hace si cabe más difícil y la visión de esta más incómoda.

Cambia el encuadre pero no el sentido de la acción. Él bebe pero sigue en la misma posición de equilibrio, y va a estar así dos minutos más.
Pero, para mí, la incomodidad desaparece, o al menos en un buen grado con respecto al otro planteamiento.
Sabemos sin saber que nada malo le va a pasar.
Seguiremos sufriendo con él, veremos cómo es la reacción de determinados personajes (capataz, ama) de la hacienda, y nos mantendremos alerta por su situación, pero sin la angustia de lo inevitable que transmitía ese lento, pausado y terrible primer encuadre.





Y no hubiese estado mal, desde mi modesto punto de vista y ya que estamos hablando de esto, que esa exposición a lo incómodo se hubiese explorado más a lo largo de un film que acaba teniendo una factura "demasiado" impecable pero con menos alma, menos agarre del que planos como este demuestran.