Volvemos, tras el paréntesis estival, con estas entradas de análisis fílmico y curiosidades que es "Breve encuentro".
Con una dosis extra de trabajo alrededor que quizá impida que tenga la periodicidad que a mí me gustaría y que probablemente merece, pero seguiremos acudiendo a la cita, al menos de momento.
En cualquier caso retomamos la actividad con una pequeña joya llena de encanto y magia.
Os muestro un extracto de un documental sobre el trabajo de Karel Zeman, cineasta checo de animación y creador de un universo particularísimo, que bebe las fuentes de Julio Verne o George Méliès.
En dicho documental podremos ver cómo se configuran determinados efectos (escenas bajo el agua, combinación de grabados e imagen real, juegos de perspectiva), siempre con el toque naïf y artesanal tan presentes en los trabajos de Zeman.
Aunque no he podido subirlo con los subtítulos (otra nueva cosa a investigar), el desarrollo del mismo es puramente visual y se sigue de una manera muy sencilla.
La edición que he hecho del mismo apenas si dura 6 minutos y de veras que es altamente recomendable.
Aquí lo tenéis:
Son muchas las cosas que se pueden destacar de este documental y del trabajo de Karel Zeman, pero hoy me gustaría detenerme en lo que son los juegos visuales.
A lo largo del mismo vamos a poder observar cómo determinadas escenas submarinas están rodadas con una pecera entre la cámara y lo rodado (truco ya utilizado por Méliès).
Pero repito que quizá lo que más fascinante resulta y que más nos llama la atención son los juegos sobre "qué y cómo" vemos las cosas.
Un ejemplo fantástico lo tenemos en esta escena de dos niños subidos a lomos de un dinosaurio.
De repente entra en escena un hombre con un pincel, para retocar el dinosaurio, que en realidad es un dibujo.
La primera impresión que tenemos es que hay un "fallo" en las proporciones, que el hombre es demasiado grande en relación a los niños, y en un primer momento no entendemos muy bien por qué.
No será hasta que la cámara se mueva y varíe por tanto nuestro punto de vista de la escena cuando comprobemos la profundidad que se establece entre el primer término (el hombre con el pincel y el dibujo del dinosaurio) y los niños que están en un segundo término, subidos a una estructura de madera.
En el documental veremos cómo el dibujante termina su retoque, la cámara vuelve al punto de vista primigenio y continuamos teniendo la misma sensación visual de ver a dinosaurio y niños en un único plano.
Algo de esto hay (aunque aquí no es tanto la profundidad como el ángulo de visión) lo que ocurre en esta escena del acantilado.
Lo primero que vemos, obviamente, es el resultado final de la escena, donde una chica escala a duras penas las empinadas paredes verticales de un acantilado.
Enseguida, en el documental, se nos muestra al operador de cámara grabando la escena, con la cámara girada, y aunque tendemos a desconcertarnos inicialmente, en el fondo ya se nos ha dado todas las respuestas.
Efectivamente, vemos a Karel Zeman entrando en plano, andando horizontalmente, y al girarse entendemos perfectamente que es la cámara la que está doblada y que por lo tanto la chica está tumbada y no en posición vertical.
Ya digo que me acaba fascinando ese mundo onírico, ingenuo y mágico del cine de Karel Zeman por lo que tiene de personal y -fundamentalmente- por su carácter artesanal.
A lo largo de todo el documental vamos a comprobar cómo se consiguen los más variados efectos pintando, moldeando y construyendo todo lo que posteriormente saldrá en pantalla.
Un último ejemplo de esto es la formación de la escena de un ferrocarril, mediante el uso en un plano alejado de tres pequeñas chimeneas que desprenden humo de color, mientras observamos cómo la ayudante desplaza en primer término el dibujo de una locomotora hasta hacerlo coincidir en plano exactamente con el humo.
Toda esa manualidad incide mucho -y probablemente más si lo miramos con los ojos de hoy en día- en el carácter ingenuo y sencillo, sentido y mimado que el cine de Zeman desprende.
En esa minuciosidad que sin embargo sigue generando asombro y fascinación está sin duda gran parte de su encanto.
Y que no lo perdamos nunca...