Material didáctico y/o de entretenimiento alrededor del cine y la imagen


viernes, 6 de mayo de 2011

Monstruos S.A.: La expresión por encima de todo

(atención, este análisis contiene información -espoiler- sobre el final de la película "Monstruos S.A." de Pixar)

Son tantos y tan variados los matices que intervienen en el disfrute de un largometraje, que resulta muy difícil catalogarlos por orden de importancia: la historia, el montaje, la interpretación, el ritmo, la planificación, los personajes, el guión. Todo forma parte de lo mismo. Todo interviene, todo influye.

Pero hay algo tan intangible, tan etéreo, tan inasible como es una expresión -y que puede llegar a decirnos tanto- que invariablemente está unido a esos aspectos que más nos pueden hacer llegar una historia cuando la estamos viendo.

Surgió el otro día, entre amigos, -y con razón- una apasionada defensa y admiración por el trabajo de Natalie Portman en "Cisne Negro".
La variedad de matices, de registros, de cambios, de inflexiones, de tonos englobados en un único rostro resultan absolutamente subyugantes.
Si dicen que una imagen vale más que mil palabras, qué no será la expresión de un rostro.

En animación ocurre exactamente el mismo fenómeno.
Sin entrar en el espurio debate de si los actores en tres dimensiones sustituirán a los de carne y hueso, sí es cierto que la animación (ya sea 2D, Stop-motion o 3D) ha vivido y vive de la expresividad de sus personajes.
Y, entendiendo y asumiendo su irrealidad, la capacidad de transmisión que tienen no merma en lo más mínimo.

Muchos de estos pensamientos se me vienen a la cabeza recordando el sobrecogedor y magnífico final de esa obra de arte -una vez más- hecha película por Pixar que es "Monstruos S.A.".

La capacidad de sugerencia, de éxtasis, de magnificencia que lleva a cerrar esta película con una expresión impagable es sencillamente conmovedora.
Y no hay más.

Insisto en que es el final de la película.
Hemos vivido todas las peripecias de Sully y Mike, dos monstruos que trabajan en una fábrica que se dedica a asustar a los niños pequeños del mundo de los humanos, porque necesitan esos gritos para transformarlos en energía para su mundo.
Hemos visto cómo conocen a Boo, una niña pequeña que por accidente se cuela en su mundo.
Hemos reído, sufrido y vivido con sus peripecias, con su amistad, con los peligros de Randall, otro monstruo.
Y entonces salvan a Boo y la dejan en su mundo.
Y entonces descubren que la risa de los niños da todavía más energía que los gritos.
Y entonces Sully, el monstruo mayor, se siente triste porque no puede ver a Boo.
Y entonces Mike reconstruye la puerta para que Sully pueda intentar el reencuentro que desea...

Aquí arranca la escena.
Muy lentamente, y en un primer plano, vemos la uña de Sully que introduce el último trozo de astilla en la puerta.



Sin ningún tipo de diálogo, una sola variación en la imagen nos hará entender que la reconstrucción ha tenido éxito: La luz de arriba, apagada, se enciende.



Curiosamente es entonces cuando abrimos el campo y vemos perfectamente la situación de los personajes.
Sully a la izquierda, Mike a la derecha y la puerta enmedio.
La sonrisa de satisfacción de Mike, la música que acompaña, todo nos está preparando para lo que viene ahora.
Mike da un paso atrás, y deja que Sully se dirija hasta la puerta.


Volvemos a ver un plano detalle de la mano de Sully, cómo lentamente gira el pomo de la puerta y ésta se va abriendo.



La emoción sube.
Ahora es el momento.
Cambia el punto de vista y nos situamos dentro de la habitación de Boo.
Con una cadencia que roza lo exasperante, dando al momento el tempo que se merece, vemos cómo la puerta sigue abriéndose, hasta que podemos observar a Sully completamente de frente.



Y ya no hay más que decir.
Es ahora cuando las palabras sobran.
Es ahora cuando la expresión ocupa el lugar que le corresponde.
Sully abre la puerta y solo dice una palabra "Boo". Desde algún rincón (es un absoluto acierto no mostrar más que la cara del monstruo) escuchamos que alguien responde "gatito" y la emoción se desborda.
Y entonces, porque no hay nada más que decir, porque no es necesario añadir ningún abrazo, ningún chiste, ninguna interferencia, entonces la película acaba.
Con la sonrisa de Sully fundimos a negro, y nuestra imaginación se desborda.
La sucesión de expresiones (inquietud, miedo, ilusión, sorpresa y alegría) está aquí:








Lo dije antes, no hay más.
Una expresión que lo es todo.
Un personaje que transmite y unos ojos que se dejan llevar -en todos los sentidos- por esa capacidad de expresar.
Sea Jack Lemon o Gromit, la expresión será siempre lo que cuente...