Material didáctico y/o de entretenimiento alrededor del cine y la imagen


jueves, 17 de mayo de 2012

The good wife: Una puerta, o el capote hacia un secreto

Los planos son continuidad temporal, la mayoría de las veces, o así nos lo enseñaron.
Pero también pueden ser un capote.
Hay planos que sirven de acomodación, de introducción, en entradilla para lo que vamos a ver a continuación.
Planos que nos dicen sin contar, que nos avisan sin concretar, que nos dan la mano y nos llevan a otro lugar donde lo importante es otra cosa.
Es un "ya sé lo que voy a ver sin que me lo digas", un "me has dejado en el sitio correcto para que lo entienda todo".
Aunque ese todo lo entiendas durante el momento del capotazo o cuando ya te han dejado de frente con la historia.

Son planos que acompañan y que cuentan, y de más importancia de lo que pueda parecer a primera vista.
O eso pensaba mientras veía la tercera temporada de la imprescindible serie de abogados (pero no una serie de abogados cualquiera) "The Good Wife", cuyos personajes (como pasa al final con muchas series) se han convertido ya en parte de mi familia.

En este caso va a ser una conversación entre Alicia Florrick, la protagonista, y Diane Lockhart, una de las socias del bufete donde trabaja Alicia.

Inciso: 
Debo aclarar que el plano que voy a analizar es, fundamentalmente, un movimiento de cámara. Habían desaparecido estas entradas del blog por culpa de no subir ya vídeos, pero he decidido avanzar con este impedimento y poner los movimientos también en secuencia de imágenes. 
Fin del inciso. 

La escena en cuestión comienza en el apartamento donde vive Alicia, que acaba de tener una conversación con su hijo. Es tarde y acaban de cenar. En ese momento suena el timbre -algo raro para esas horas- y Alicia abre la puerta.














Efectivamente, es Diane. Pidiendo disculpas por las horas y la intromisión, sucede un preámbulo con una conversación más o menos trivial donde las dos mujeres permanecen en el mismo sitio, a lado y lado de la puerta.
Se sucede un plano contraplano típico.















Como muchas veces dentro del audiovisual de los últimos años, la cámara no deja de moverse y de irse acercando poco a poco, muy lentamente sin que apenas nos demos cuenta. Los planos / contraplanos se suceden y la conversación acaba con un encuadre mucho más cerrado sin que apenas lo hayamos podido percibir.















Pero, efectivamente, a la par que acercamos nuestra mirada a la conversación de estas dos mujeres, el interés de la conversación sube (y con él el nuestro) hasta que parece no quedar más remedio que Diane pase, pues tienen que hablar de algo importante.
En ese momento el plano se vuelve a negro por corte, abruptamente.
Vale, puede que también motivado por la posibilidad de introducción de pausas publicitarias, pero también nos indica un punto de inflexión, una pausa necesaria para el plano más importante, el más narrativo, ese capote que nos va a llevar al culmen de la escena.














Y ese no es otro que una puerta.
La visión de esa puerta.
El contemplar -desde fuera, por supuesto- la puerta de la habitación donde imaginamos está teniendo lugar la continuación de la conversación entre Alicia y Diane.
Es un plano abierto, ligeramente contrapicado y la música nos hace sentir igualmente que algo importante se está diciendo (o se está a punto de decir) en esa habitación.

Entonces sucede. Tras la contemplación durante un momento de la puerta (hemos entendido que detrás de ella están las dos mujeres) la cámara se va acercando lenta, muy lentamente.
Con la misma parsimonia que se movía alrededor de los personajes en el plano/contraplano del princio se inicia un movimiento que nos da a entender que, aunque los secretos que se van a contar están más allá, aún tenemos (nosotros, como espectadores) alguna posibilidad de conocerlos.

Y es un movimiento igualmente que potencia esa curiosidad, ese pegar el oído a la puerta que se nos muestra, ese saber si el capote que nos acaban de lanzar nos dejará con la miel en los labios o podremos atravesar ese muro de confidencias y secretos.















Y entonces sí.
Tras ese movimiento lento e interminable, también por corte, entramos dentro de la habitación.
Y allí están ellas.
¿Hay secretos tras la puertas? sí, peor un capote nos ha permitido entrar y hacernos cómplices.


P.D.
Recuerdo haber analizado la comparativa entre la cabecera de la primera con la segunda temporada de esta serie. Con la tercera ya terminada me parece que sí, que pronto habrá que hacer un contranálisis.