Material didáctico y/o de entretenimiento alrededor del cine y la imagen


martes, 1 de febrero de 2011

30 Rock: o el amplio abanico de las comedias enloquecidas

Los géneros tienen sus propias reglas.
Y, lo bueno de las reglas, es que por un lado permiten un amplio margen de actuación dentro de sus límites y, por el otro lado, que están ahí para saltárselas.

La comedia tiene, casi por definición, un margen de libertad mayor que el drama o el cine social.
Libertad narrativa, libertad de situaciones espaciales y temporales que se abren al surrealismo, la distorsión o directamente la locura.
Todo vale si de lo que se trata es de hacer reír.
Evidentemente hay comedias más disparatadas y otras más "reales", pero el margen de maniobra que suelen ofrecer es bastante amplio que el que se da en otro géneros.

Traemos hoy a este blog un análisis de una de las comedias para televisión que más ha influido en el panorama de las llamadas sitcom en los últimos cinco años.
Se trata de 30 Rock, que en español se tradujo como "Rockefeller Plaza", y siendo producida por la NBC trata de la guionista Liz Lemon, (interpretada por el alma mater de la serie, Tina Fey) que trabaja precisamente en un programa de entretenimiento de la propia NBC.
Televisión dentro de la televisión, con un humor sofisticado, brillante y bastante referencial, que va ya por su quinta temporada.

En este sencillo ejemplo vamos a poder observar como se romperán las reglas de espacio/tiempo sin más razón que la que produce la propia historia, y que llevará a una situación absurda, surrealista e imposible pero que define muy bien al personaje y que, efectivamente, sorprende y divierte en esos mismos términos.

En la escena vemos a Liz Lemon, la guionista protagonista de la historia, junto con Jenna Maroney (la actriz del show) y una amiga. Ésta última está de visita con su bebé, lo que despierta el instinto maternal de Liz.

Vedlo aquí:


Efectivamente, hemos cambiado de espacio con un sencillo juego de planos y un póster como cómplice para sorprender al espectador.

La primera parte de la escena es sencilla y nos cuentan el principio de la historia: Jenna y su amiga hablan con Liz, y la madre le anima a que coja a su hijo y se de una vuelta con él.
Para que la historia funcione necesitamos a Liz Lemon sola con el bebé, así que el pequeño diálogo y este arranque de la escena sólo sirve para llevar a la protagonista al sitio donde se desarrollará de veras la historia.




En el siguiente plano vamos a corroborar lo dicho con anterioridad.
Encontramos a Liz, de la que sabemos su soltería, su inclinación a los desastres sentimentales y ese instinto maternal, en el vestíbulo del edificio.
En este análisis consideraremos este plano como el número 1.
No perdemos la referencia de sus dos amigas, la actriz y la madre del pequeño, pero vamos a ver lo que más nos interesa: A Liz, al bebé y al póster (que resultará fundamental en el artificio).


De los tres planos que se van a utilizar para contar la transición, este (que sería el segundo) resulta el fundamental.
Si el primer plano era un plano prácticamente entero, aquí cerramos mucho más el encuadre, aunque no perdemos la referencia de esos tres elementos que como digo resultan imprescindibles.
Vemos a Liz Lemon en la misma actitud que en el plano anterior, ensimismada en el pequeño, y observamos cómo se da la vuelta y de repente ante algo que se da cuenta -nosotros no sabemos todavía qué- se sorprende y asombra.


Y el tercer plano es el que ofrece todas las respuestas, al mismo tiempo que todas las incongruencias, todo el absurdo y el surrealismo de la escena.
Vemos a Liz Lemon en su casa.

La sorpresa es mayúscula, pero fundamentada sobre todo en que no nos hemos dado cuenta de cuándo se ha producido el cambio.
Efectivamente, el cambio brusco (el que se produce conceptualmente entre el plano 2 y el 3) sucede en realidad, formalmente, entre el plano 1 y 2.
No es difícil, al ver la escena fotograma a fotograma, comprobar que en realidad el cambio de escenario se produce ahí, es decir, que en el plano número 2 Liz Lemon ya está en su casa.
Aunque su asombro (al que tampoco presta mayor importancia, la comedia es así) no se manifiesta abiertamente hasta este último plano.



Destacar por último, aunque ya lo hemos comentado con anterioridad, la importancia de la referencia visual que ofrece el póster, pues aparte de la protagonista y el peque, sirve como enlace fundamental de conexión de los diversos espacios.

Como no queda otra, Liz Lemon saldrá de su casa para dirigirse a su centro de trabajo a devolver el niño a su madre.
Sí, ante tanto absurdo, lo mejor es ponerle a la historia algo de cordura.
Aunque no va a ser tan fácil...