No deja de ser cierto que en la eterna dualidad espacio/tiempo, los juegos temporales en el cine superan con creces a los espaciales.
Es lógico.
El tiempo es más voluble, más abstracto, más dúctil, maleable y propenso al juego -yo creo-.
Y trabajar con el espacio, como concepto, puede parecer, al menos a primera vista, más complejo, más áspero, más intelectual y, por qué no decirlo, más caro.
Pero, pese a no haber sido tan usado, podemos encontrar autores que han articulado todo un discurso precisamente alrededor del concepto del espacio.
Y no me refiero sólo al explícito en películas tan actuales como "Buried" o "127 hours", donde un único escenario se convierte a sí mismo en protagonista, ni en ejemplos como "El ángel exterminador", de Luis Buñuel, donde el espacio en tanto que determinante y opresivo toma un protagonismo innegable.
Hay muchos y variados ejemplos, y todos con sus características propias.
Hoy venía a querer hablar sobre ese espacio que se vuelve mágico al acoger una acción imposible y sorprendente.
El espacio como escenario inasible.
Ese espacio que se vuelve al mismo tiempo cerrado e infinito.
El espacio que es testigo absorto del rompimiento de las propias reglas que lo rigen, el espacio que se expande y se pliega ante el desarrollo de la historia que él mismo acoge.
Y aprovecho así para mostrar y comparar el trabajo -distinto pero conectado- de dos creadores audiovisuales que han mostrado precisamente un especial interés en trabajar el espacio como concepto.
Uno es el videocreador experimental, operador de cámara y director de fotografía Zbigniew Rybzinski, del que ya hablé en esta entrada, y el otro Michel Gondry, el polifacético director de anuncios, video clips y películas.
De todas las piezas de Zbigniew Rybczynski, (del que ya hablamos aquí en esta entrada) probablemente "Tango" sea la más conocida.
Ganadora del Oscar al mejor cortometraje de animación en 1983, retrata en un único encuadre -el de una habitación en principio vacía- el devenir de 36 personajes que realizan 36 acciones diferentes (algunas interactúan entre sí y otras no) sin llegar a cruzarse nunca.
Él mismo contaba que hizo cientos de miles de exposiciones, con una máquina de efectos ópticos, y que fue casi un milagro que el negativo aguantase.
El resultado, de ocho minutos, es una historia inquietante y sorprendente (con ciertos toques de comedia que sin duda se agradecen).
Visto con los ojos digitales de este siglo, la pieza tiene además del encanto de lo artesanal, lo todavía sorprendente del resultado, y la inevitable fascinación de esas pequeñas imperfecciones que pueblan y alimentan su metraje.
Michel Gondry es un director francés evidentemente marcado por un poderío visual muy personal y determinado.
Precisamente los juegos sobre escenarios, sobre la puesta en escena, sobre espacios dentro de espacios, sobre la representación dentro de la representación (esto no es una pipa, que diría aquel) forman parte de su sello identitario.
Y mucho puede recordar -y confrontar- con el cortometraje de Rybczynski este video clip que realizó a la cantante Kylie Minogue de su canción "Come into my world", donde la multiplicación de personajes y situaciones sobre un mismo escenario se nos presenta de nuevo como algo mágico y sorprendente.
Veinte años separan el cortometraje de Rybczynski de este video clip de Michel Gondry.
También son muchos los conceptos que separan a ambas piezas, aunque bastantes los que las unen.
Está claro que no podemos comparar la perfección técnica, la estilización y la vuelta de tuerca que ofrece el mundo digital a la propuesta de Gondry y que el tono del video clip, igual de sorprendente que Tango, sea mucho más festivo y lúdico que el primero.
Pero al final ese espacio circular, esa confluencia de varias calles y esa cámara que gira se convierte en "la habitación" de la historia. En ese espacio único e infinito que se desborda y contrae al mismo tiempo.
Como curiosidad (hay otros muchos video clips de Gondry que podría traer aquí para comparar, pero dejémoslo para otra ocasión) os dejo con una pequeña explicación a modo de making of que el propio Gondry realiza sobre su pieza.
Los juegos sobre el espacio, aunque menos presentes, en tanto que juegos, serán siempre bienvenidos...