Inevitablemente, la manera de contar las cosas en el cine ha ido evolucionando.
Porque los tiempos cambian, porque las costumbres del espectador se han modificado, porque la llegada de las nuevas tecnologías ha abierto el campo...
Son muchas y variadas las razones, y hoy vamos a poder recrearnos en un fantástico ejemplo de ello.
Quizá me debiera detener en defender o aclarar que esta secuencia pertenece a una serie de televisión y no estrictamente a lo que llamamos "cine", pero creo que no merece la pena.
Aquellos que hayáis tenido la oportunidad de ver "Los Soprano" sabéis que estamos ante -llamémoslo como lo llamemos- palabras mayores.
Consta de seis temporadas (y media) y 86 episodios en total.
Quizá muchos la recuerden por el revuelo que se organizó con su final (un fascinante y enigmático ejercicio de libertad) pero pertenece por derecho propio al universo de las mejores series de televisión.
Protagonizada por James Gandolfini que arrastra para sí todo el peso de la serie, perfectamente secundado eso sí por todo el elenco de actores y actrices, como Edie Falco, Lorreine Bracco, etc.
En el segundo episodio de la tercera temporada (S03E02 en su terminología más clásica), llamado "Adiós, pequeña Livia" tenemos un fantástico ejemplo de cómo no es necesario contar las cosas tal y como suceden, sino que si le damos la vuelta, que si trastocamos todos los parámetros del espectador, engancharemos mucho más la atención de este.
Dura cinco minutos, y aunque está en versión original, se entiende bastante bien.
Aquí lo tenéis.
La acción está dividida en dos secuencias diferentes, aunque perfectamente unidas, como veremos más tarde.
Destacar antes que todo que dicha acción comienza con una explosión en un centro de recogida de basuras. Dicha explosión está contada en cinco planos distintos (cinco planos, cuatro encuadres), y la utilización de un número tan elevado se debe a la ralentización que se le quiere dar a ese hecho, ya que a modo de raccord intencionado, alargamos la explosión más tiempo del que probablemente haya durado.
Una vez constatado el efecto de la explosión, mediante un fundido, encadenamos con el interior de la casa de Tony Soprano, concretamente con un primer plano del titular del periódico del día.
En este magnífico tour de force, la unión entre las dos secuencias es múltiple, ya que por un lado es una unión formal (dos planos que encadenan) pero por otro es también conceptual, ya que (si hemos seguido la serie sabremos) que esa explosión ha sido decretada precisamente por Tony, en la llamada guerra de la basura, pero es que además hay otra conexión evidente entre la explosión y el protagonista, ya que al moverse la cámara del periódico observamos como éste está tumbado en el suelo boca abajo, víctima de un desmayo.
Las opciones y relaciones explosión/infarto y todo lo que se deriva de la guerra de la basura, son evidentes.
En ese momento llega Carmella, la mujer de Tony, y con un "¿Qué ha pasado?" deja las puertas abiertas a que se nos cuente la verdad de todo lo ocurrido.
Tras ese "¿Qué ha pasado?" de Carmella, efectivamente se nos va a contar qué ha pasado, solo que de una manera sorprendente e inesperada.
La acción se rebobina (en un rebobinado lento al principio y que va cogiendo velocidad a medida que avanza) hasta el momento en que el personaje de Tony se levanta y descubre a su hija con un afroamericano.
La novedad de este flashback imposible es que hemos visto ya todo lo que va a suceder, aunque tendremos la oportunidad de apreciarlo a su velocidad normal.
Si no habéis tenido oportunidad de verlo en el clip anterior, aquí va de nuevo.
Merece destacar sin duda el guiño que la serie se hace a sí misma, ya que la pareja de adolescentes estaban viendo una película de James Cagney (en la que hace de mafioso) y encima la están rebobinando, con lo que la autoreferencia -a la serie y a la secuencia- es completa.
Y parte central de la historia en su transcurso normal es la conversación de Tony con el noviete de su hija, donde le expresa claramente su opinión al respecto (charla que hace que aumente la excitación y la ansiedad del protagonista, predisponiéndole para lo que va a suceder).
Curioso -muy curioso- es también que acabe señalando con el periódico (¡el periódico que cuenta la explosión!) el corazón de Noah, cuando será el suyo el que sufra el ataque.
Y por último destacar en esta secuencia llena de guiños y juegos, la de "Uncle Ben", una marca de arroz instantáneo, que se convierte por obra y gracia de este plano no solo en las primeras palabras de Tony tras su desmayo, sino en lo último que vio antes de que este se produjese, coincidiendo por supuesto con el impacto del logotipo, el personaje de color de la caja que da nombre al producto.
En fin, un pequeño resumen de lo que puede dar de sí cinco minutos de una serie de televisión, con juegos temporales, guiños y retórica.
Lo que sin lugar a dudas queda evidenciado es la intencionalidad que hay en ofrecer algo cuidado, pensado hasta el más mínimo de los detalles.
Y se agradece.
Vaya si se agradece.