Volvamos a los clásicos...
Porque no hay otro nombre para calificar a esta obra maestra del cine negro, dirigida por Billy Wilder en 1950, y cuyo título original "Sunset Boulevard", fue traducido en España como "El crepúsculo de los dioses"
Protagonizada por William Holden, Gloria Swanson y mi admirado Erich Von Stroheim, la película recorre las peripecias de un guionista mediocre que se convierte en amante protegido de una actriz del cine mudo venida a menos, que lo acoge en su mansión, donde vive con su mayordomo.
Ya vimos que en la introducción del flashback era muy importante la inclusión del elemento del misterio.
En el caso de este largometraje (uno de los flashback más recordados de la historia del cine), iniciamos la narración con un muerto en la piscina, y una voz en off que nos va a introducir en el principio de la historia, seis meses atrás, para entender cómo se ha llegado a esa situación.
En este caso, el elemento más sorprendente y que no deja de ser curioso es que es el propio narrador el muerto de la piscina, y que efectivamente va a ser él, hablándose en tercera persona, el que nos cuente la historia que le ha llevado a tan desgraciado final.
Aquí podéis ver el tremendo arranque del largometraje.
El comienzo es magnífico, aprovechando para incluir el título de la película, el nombre del bulevar, en la propia acera del mismo.
Enseguida escuchamos a la voz en off que nos cuenta cómo policías y periodistas se dirigen a una mansión donde se ha cometido un asesinato, cruzando una vez más ese bulevar que da nombre a la película.
Una vez que llegan a la mansión, la cámara los sigue hasta la piscina, donde se encuentra el cadáver del joven guionista.
Hay algo de desdén y suficiencia en el trato que el narrador se da a sí mismo.
Este será probablemente el plano más impresionante de toda la secuencia.
En un contrapicado desde el interior de la piscina podemos ver la cara del muerto (no solamente le ponemos voz, sino también rostro) mientras observamos también a los policías y fotógrafos que se encuentran al fondo.
Aunque no haya todavía una asociación directa -y sí algunas pistas- entre narrador y cadáver, la manera de referirse a él hace que sintamos que la relación entre ellos es algo más que casual.
Justo con un plano tan lleno de fuerza (el muerto, la piscina, los observadores) nosotros nos sentimos privilegiados al ver más allá de lo que los otros ven. Empezamos a tener la sensación que entre la información visual y la del narrador podemos entrar en la verdad de la historia.
Y será, así, justo en ese momento, cuando un fundido nos transporte en el tiempo, seis meses atrás.
Nos encontramos frente a una ventana de un edificio. La cámara se va a ir acercando, y mediante otro fundido vamos a poder entrar en el interior de la habitación.
Una vez dentro tenemos en este único plano todos los elementos atados.
El narrador es el guionista (el guionista que ahora mismo está muerto) y en este momento que lo vemos escribir, es como si lo viéramos hablar, como si lo viésemos contar y narrar la historia.
Y la voz en off sigue y la historia comienza, con una deuda, con una huida, con un inesperado encuentro...y con el entierro de un mono.
Si no la habéis visto, no sé a qué estáis esperando...