Material didáctico y/o de entretenimiento alrededor del cine y la imagen


domingo, 7 de noviembre de 2010

Paradise Now: Un lento movimiento para una aproximación imposible

Es bastante usual encontrar, en el cine contemporáneo, que la cámara no deje de moverse.
Ese movimiento suele ser de dos tipos: un movimiento nervioso y tembloroso, propio de tener la cámara en mano (muchas veces impostado), y un segundo tipo de movimiento donde, aunque vemos que el encuadre está fijo y en muchos casos mantenido con trípode o grúa, apreciamos un leve, ininterrumpido y sutil movimiento (normalmente de acercamiento) hacia lo que estamos viendo.
Lejos han quedado esas narraciones clásicas articuladas exclusivamente en torno a encuadres fijos.
La cámara se mueve, y se mueve mucho.

De cualquier forma, un movimiento de cámara, ya lo hemos comentado, suele ser más que un movimiento de cámara.
Lo que significa, lo que trasmite, lo que sugiere, todo está implícito en su elección y en lo que llega al observador.
Puede que en muchas ocasiones sean puramente visuales (sólo artificio, vanidad de directores y/u operadores), pero en bastantes casos nos encontramos ante una decisión meditada y con un sentido y una idea bien establecida.

Algo así pienso cuando veo este movimiento de la película "Paradise Now", dirigida en 2005 por el director palestino Hany Abu-Assad.
Para mí es un plano que resume toda la película, o al menos el espíritu que hay en ella.
Un solo plano, un único movimiento.
Un acercamiento -físico, psicológico- a la cabeza de un personaje.
Una aproximación a su interior, a las razones que tiene o puede tener para querer hacer lo que hace.

Los tres minutos del movimiento los tenéis en este video:



En la película hemos tenido la oportunidad de conocer a Said y Khaled, dos amigos de la infancia que han vivido toda su vida en un campo de refugiados palestino.
Cada uno con una motivación distinta, pero condicionada por la opresión que siente su pueblo, son reclutados para cometer un ataque suicida en Tel Aviv.

El momento al que pertenece este movimiento está bien avanzada ya la película, con lo que me resisto a contar demasiado de la historia.
En cualquier caso sólo diré que se trata de una conversación entre Said y el jefe de la cédula terrorista (el personaje que está de espaldas).

En este primer fotograma del plano, en el arranque del movimiento, vemos cómo la figura del jefe terrorista ocupa el centro de la imagen. Imponente y opresiva, se alza sobre la figura de Said, que, encogido y sentado en una cama, lo observa con una mezcla de respeto y temor.
Se inicia el acercamiento a Said, pero de una forma muy leve, conservando la importancia de la figura oscura y desenfocada del jefe terrorista.



A medida que el plano avanza, observamos cómo Said se atreve a mirar cara a cara a su jefe. En ese momento parece que su personaje recobra la confianza en sí mismo, coincidiendo exactamente con la pérdida de la referencia visual de la figura del jefe.





El plano sigue avanzando, la cámara sigue moviéndose (hemos notado que es la cámara la que se acerca, que no es un zoom, puesto que las referencias espaciales varían) hasta que nos encontramos frente a frente con la figura de Said.


También lentamente, nos vamos ya a aproximar a él.
Ya no hay frente a nosotros otra figura que no sea la suya. Ya es solo Said con sus miedos, con su determinación, con sus contradicciones, con un pasado marcado por lo que ocurrió con su padre.
Ya es solo Said.



Y sin embargo, aunque nos gustaría, no llegamos a penetrar en su mente.
Le hemos escuchado, hemos podido entender determinados factores, pero la cámara, sabiamente, se para en este encuadre.
Hubiera quedado visualmente más impactante habernos aproximado mucho más, quién sabe si hasta sus ojos.
Pero no se trataba, insisto, de hacer un artificio visual.
Se trata hacernos ver que, por mucho que intentemos comprender y acercarnos a esas razones que tiene un personaje para ejecutar un ataque suicida volándose él mismo, nunca podremos estar lo suficientemente cerca.



Tal y como yo lo veo, este último encuadre nos habla de lo que intenta la película (esa aproximación) pero también ella misma reconoce la inutilidad de ese intento.
Hay una distancia, infranqueable, que nos separa de esos pensamientos.
Y la mirada perdida de Said, cercana y lejana a un tiempo, incomprensible pese a nuestro intento de aproximación, es símbolo de todo ello.