Material didáctico y/o de entretenimiento alrededor del cine y la imagen


miércoles, 3 de noviembre de 2010

Mad Men: Tres historias, o la pulcritud de una lenta cadencia

Puede parecer, a priori, que un ritmo narrativo lento acabe siendo un handicap para que determinadas historias conecten con el gran público.
Es posible que sea así.
Pero no es menos cierto que permite afrontar determinadas narraciones desde una perspectiva más abierta.

Podemos hablar, en estos casos, de la necesidad de una complicidad por parte del público en este tipo de narración.
Puede ser más exigente pero al mismo tiempo más satisfactoria.

Bastante de esto pasa en "Mad Men", la serie estrella de la AMC, creada por Matthew Weiner, que no hace mucho terminó de emitir su cuarta temporada.
Ensalzada por la crítica y por los premios recibidos, es una muy buena manera de imbuirnos por el espíritu (machista a la par que hedonista) de la Norteamérica de los 60, y que gira en torno al mundo de la publicidad.
Un poderoso estilo visual, una dirección artística impecable y unos guiones fantásticamente elaborados son sus señas de identidad.
Sencillez, clasicismo, un tempo lento y la importancia de la estética por encima de todo.

Hoy vamos a analizar el arranque del séptimo capítulo de la tercera temporada, llamado "Seven Twenty Three".
En él, conectados mediante fundidos a negro, se nos van a mostrar tres historias desconcertantes, tres escenarios distintos, tres personajes diferentes.
Estos personajes son Peggy Olson, primero secretaria y ahora creativa en la agencia Sterling & Cooper (la vemos en la cama, acompañada), Betty Drapper, esposa de Don Draper (está tumbada en un diván) y el propio Don Draper, director creativo de la agencia, que está con la cara ensangrentada en una habitación.
Nosotros conocemos a los personajes (si hemos seguido la serie) pero el por qué están en esos lugares y en esa situación, no llegamos a entenderlo.
Intuimos, eso sí, que será a lo largo del episodio que nos darán cuenta de cómo han llegado ahí.

Esas tres historias esbozadas, podéis verlas en este enlace. No ha sido posible insertar el video en esta ocasión.

La primera de las historias está contada con sólo dos planos.
En este primero, más cercano, podemos reconocer a Peggy Olson, antigua secretaria de Don Draper que fue ascendida a creativa de la agencia.


Si ese primer plano nos ha servido de reconocimiento del personaje, el segundo nos servirá para la situación del mismo.
Ella está desnuda, en una cama y acompañada.
Sabemos que esa habitación bastante lujosa no es la suya (mucho más modesta) e intuimos que pudiera tratarse de la habitación de un hotel.
Lo que más nos sorprende de la escena es el hecho de que esté acompañada, pues en la serie hemos visto a este personaje con bastantes problemas a la hora de relacionarse con los hombres, y el cómo ha podido llegar a esta situación resulta bastante desconcertante.
También resulta intrigante quién está con ella compartiendo la cama, pues en los dos planos se nos ha ocultado deliberadamente su rostro.


Tras un fundido a negro nos vamos a transportar a otro escenario que nada tiene que ver con el primero.
Vemos en un primer plano el rostro de Betty, la mujer de Don Draper.
Una mirada y una pose sensual, abstraída y casi mística, remarcan su situación.
Quizá lo que más impacta es pensar qué conexión -si es que la hay- puede haber entre estos dos escenarios tan dispares, y entre esas dos mujeres que apenas si se conocen.
En ningún momento de lo hasta ahora mostrado ha habido diálogos -ni los habrá- y solamente una música lenta y nostálgica acompaña la narración.


De ese rostro de Betty, el plano se abre y sólo se nos permite comprobar como ella está recostada sobre un diván (una estampa por cierto que nos remite a la representación pictórica más clásica) rebosante de esa sensualidad de la que antes hablaba.
Sentimos que sus pensamientos están muy lejos, en otra parte, pero sabemos que hay mucho de nostalgia y ensoñación en ese momento.
Pero, ¿por qué está ahí?, ¿qué relación hay con Peggy? No lo sabemos.
Otra cuestión que desconocemos, no menos importante es ¿dónde está realmente Betty? ¿está acompañada o sola? Sabemos de ella que es una mujer casada, y conocemos igualmente que ese diván no está en su casa, por lo que esta segunda situación se nos presenta igual de desconcertante que la primera.



Tras otro fundido a negro abrimos de nuevo con otro escenario diferente, y con otra situación aún más rocambolesca.
Tras observar una habitación bastante desordenada, la cámara se dirige a los pies de la cama y vemos a un personaje que nos recuerda al de Don Draper, el protagonista de la serie.



Efectivamente, cuando se incorpora, comprobamos que es él, y nos damos cuenta que tiene la cara ensangrentada.
Abatido, apático, casi dejándolo estar, comprobamos como se recuesta sobre la cama.
Esta tercera escena es sin duda la más desconcertante. No tenemos en el desarrollo del capítulo más información que la de Peggy (acostada con un desconocido) y la de Betty (recostada en un diván), y la tercera historia que se nos cuenta es la del protagonista en la habitación de un motel con la cara ensangrentada,
Nos invaden las mismas preguntas, pero el desconcierto va en aumento.
¿Por qué está Don Draper así? ¿Qué relación tiene con las otras dos historias? ¿Es posible conectarlas?



La presentación ha sido impecable, y aun así llena de interrogantes.
Por mucho que nos ofrezcan información después, ya nos podían haber suministrado alguna, y sin embargo no solamente no es así, sino que en todos los casos nos la escatiman.
En la habitación de Peggy no vemos la cara a su acompañante (no sabemos si lo conocemos o no), sobre el rostro de Betty abrimos para ver que está en un diván, pero no sabemos en que casa, ni con quién (recordemos que es una mujer casada), y con Don Draper no hemos visto lucha, ni pelea, ni asaltantes.

Para remarcar esto mucho más, el flashback (sabíamos que iba a ver un flashback, sabíamos que nos iban a resolver todas las dudas) no arranca -como estamos acostumbrados- con un fundido a negro (sí lo hacían las historias entre sí), una imagen borrosa o con un cambio de color.
No.
Lo hace directamente por corte, enlazando las manos de Don, que se toca el cuello tras despertarse de la agresión, con las manos de Don atándose el nudo de la corbata justo antes de salir de su casa para ir a su oficina.




No hay carteles del tipo "unas horas antes" ni nada por el estilo.
Es el espectador el que tiene que juntar todas las piezas y darse cuenta de que es un flashback.
Será el espectador el que entienda que esas tres historias, que esos tres momentos están relacionados y que tras el devenir del día todo tendrá sentido.
Y es el espectador que sabe que recibirá cumplida respuesta con el ritmo pausado, la narración lenta y la cadencia propia de una serie que no le va a regalar nada.
Pero al mismo tiempo es ese espectador el que se verá recompensado por la pulcritud, la sencillez y el aroma inconfundible a buen cine que desprende esta sutil y contundente manera de contar.
Lo hemos dicho: Tan exigente como satisfactoria.