Material didáctico y/o de entretenimiento alrededor del cine y la imagen


miércoles, 17 de noviembre de 2010

Toy Story 3: Tensión y comedia entre profundidades de campo

No es fácil -por no decir imposible- encontrar una pieza audiovisual irreprochable.
El lenguaje audiovisual y el cine en particular se convierte en un macrocosmos poblado de una infinitud de pequeños detalles imposibles de controlarlos, todos y en todo momento.
Es la representación de una orquesta sinfónica donde el director no puede ver a todos los músicos al mismo tiempo porque algunos están a su espalda, otros encima, otros lejos.
Y todos tocan a la vez.

Pero, esa majestuosidad y -por qué no decirlo- esa imposible previsibilidad dotan al cine de gran parte de su encanto.

Aunque también es cierto que cuando una pieza audiovisual llega a mucha gente muy distinta, cuando una pieza audiovisual concentra elogios desde los más diversos puntos de vista, cuando una pieza audiovisual -o más aún, un sólo nombre- recibe reverencias allá donde vaya y haga lo que haga, podemos tender a pensar que o hay gato encerrado o detrás de esa pieza (de esas piezas, de ese nombre) hay gente muy buena.

Y ese es sin duda el caso de Pixar.
Venerado con razón, respetado hasta límites insospechados, generando expectación en cada proyecto y nunca -o casi nunca, vamos- fallando a sus seguidores y/o a los escépticos que esperan incautos el primer gran batacazo.

Puede ser cierto que, dentro del caos que un audiovisual es, la animación (en contraposición al que podíamos denominar cine "de imagen real") resulta bastante más controlable (opinión discutible pero que yo comparto) pero aún así.
Ver una a una las películas, los cortos y las piezas de Pixar es un verdadero placer para los sentidos.

Y ni siquiera cuando anunciaron la tercera parte de Toy Story, un atisbo de duda planeó por mi cabeza.
Tenía esa certeza absurda e imposible de que, una vez más, darían en el clavo.
Y -al menos para mí- así fue.


Quisiera centrarme en esta ocasión en una escena de doce planos donde se recogen bastantes de las claves que hacen de las piezas de Pixar un disfrute para cualquiera que se acerque a ellas.
Planificación, guión elaboradísimo, tensión, ritmo, humor, forma, concepto, perfeccionamiento técnico y sí, claro, dinero.

Como no es posible todavía colgar partes de la película en YouTube, nos conformaremos -que no es poco- con analizar la escena plano por plano.
En esta escena Woody el vaquero quiere huir de la guardería, para lo que se cuela entre las patas del carro de la limpieza. En ese momento, el limpiador entra en los baños...

PLANO 1:
Para qué complicarse la vida si lo que queremos, al final, es de lo de siempre: contar una historia.
En este primer plano, como en tantos otros primeros planos, de lo que se trata es de situarnos en el lugar de la acción.
En este caso el servicio, los baños.
Y para ello un plano elevado y general nos dará la situación exacta de los elementos (limpiador y carrito, lavabo y espejo, y ventanas) que van a conformar la historia.


PLANO 2:
Seguimos de algún modo con la situación de la acción. Vemos como Woody sale del carrito para buscar una escapatoria.


PLANO 3:
Este plano, contraplano del anterior, sirve para dar la medida exacta de las cosas.
Por un lado ofrece la relación de tamaños entre los dos protagonistas de la escena, y a continuación, tras esconderse Woody tras una columna, nos va a ofrecer la referencia visual necesaria para su escapatoria.



PLANO 4:
Efectivamente, en ese momento de tensión, el vaquero descubre en la ventana el sitio idóneo para escapar.
Un movimiento de cámara, un acercamiento, nos ahonda todavía más en que realmente no hay otra salida que esa ventana.


PLANO 5:
Aquí podemos encontrar una de las muchas claves del éxito de las piezas de Pixar: la expresividad de los personajes.
Caracteres muy bien construidos (en todos los sentidos) que nos permiten vivir y sentir con ellos -a través de ellos- todas sus peripecias.
En este plano cercano observamos cómo el gesto de tensión y nervios de Woody se transforma en alegría y cierto descanso al observar la ventana.
Intuimos precisamente por ese gesto que ya está todo hecho: Ha encontrado un sitio por donde escapar y, efectivamente, escapará.
Aunque todavía no sepamos que la cosa no será tan fácil.



PLANO 6:
En este plano, justo en mitad de la acción narrada, vamos a poder apreciar otra de las claves del éxito de estas piezas: la comedia en mitad de la tensión.
Muy al estilo de Hitchcock, Pixar, en este caso, nos está ofreciendo un personaje que intenta escapar. Es una situación tensa, no exenta de peligros.
Y, sin embargo, consigue relajarnos y hasta hacernos reír entre tanta tensión gracias a incorporar gags que hacen que nos olvidemos por un instante de lo que nos están contando (el intento de escapatoria de Woody).

Para ello, sabiamente nos abstraen del personaje del limpiador, y vemos cómo el muñeco vaquero se incorpora en el inodoro, no sin antes ser del todo precavido en cuanto a su higiene.




PLANO 7:
Ahondando en la idea anterior, vemos cómo Woody resbala por el papel higiénico, y ahora consiguen mezclar todo en uno, comedia y tensión, pues el protagonista está a punto de caer en el wáter, y después de él, su sombrero.


PLANO 8:
Después de este pequeño impasse, volvemos a recuperar el ritmo "normal" de la historia: Woody intenta escapar, y todavía tiene que evitar la presencia del limpiador.
En esta panorámica vertical volvemos a recuperar la presencia física del mismo (el peligro que habíamos olvidado por un momento pero que sigue presente), al mismo tiempo que observamos como el vaquero logra encaramarse a lo alto de la puerta.



PLANO 9:
Estamos a punto de la salvación.
A un sólo paso.
Como toda buena acción de suspense que se precie esta se alargará, claro, pero antes de eso el espectador deberá ver -o sentir- con sus propios ojos que esa salvación está (o estaba) realmente cerca.


PLANO 10:
Y nos acercamos al clímax, a la resolución de la historia.
En un plano magnífico, con todas las referencias espaciales explícitas, podremos observar, en tres pasos distintos (configurados por las expresiones del limpiador), el momento de máxima tensión. Una primera pose abstraída, una segunda de sorpresa, y una tercera de enfado ante lo que observa.





PLANO 11:
Hemos podido observar cómo el limpiador ha visto a Woody en el reflejo del espejo.
No nos cabe duda.
Para remarcar esa idea, cambia el plano a uno más cerrado, donde ponemos nuestra atención en ese gesto y -para aumentar más la tensión- vemos cómo nuestro protagonista (cuya salida se ha ralentizado por motivos obvios) se da cuenta de que ha sido descubierto.
Para ello, para poder observar el gesto de Woody, le vemos enfocado a él y desenfocado al limpiador.
En realidad no nos importa porque queda claro lo que nos están contando (Woody ha sido descubierto, fin de la escapada, fin de la historia). Pero sí nos importará cuando sin cambiar el plano la cámara enfoque a los ojos del limpiador.
En ese momento veremos cómo lo que realmente está viendo este personaje es una mancha en el espejo (que oportunamente tapa a Woody), y que era eso lo que le enojaba.

¡Cuántas veces habremos hablado de "la profundidad de campo como factor expresivo"!
Y qué bien enlazado está en esta escena...

Para rematar el plano, el personaje limpia la suciedad (tapando a Woody) y cuando termina volvemos a enfocar al espejo donde, bajo la satisfecha mirada del limpiador, efectivamente ya no hay nada/nadie.






PLANO 12:
Simplemente para rematar la historia y por si había quedado alguna duda, vemos a nuestro protagonista al otro lado de la ventana.
Ha escapado de esta, sí, pero ¿logrará superar todos los peligros que aún le esperan?
Tendremos que seguir viendo la película, plenamente identificados ya con todos sus personajes, para saberlo...



Es difícil encontrar tanta elegancia, tanta sabiduría y tanta perfección disfrazada de normalidad.
Es difícil encontrar unos tiempos tan bien medidos, un ritmo tan encajado, un despliegue de técnica y concepto unidos en pos de lo mismo, que nos atrapa y no nos suelta.

Pero así es Pixar.
¡Y cómo se disfruta!