Material didáctico y/o de entretenimiento alrededor del cine y la imagen


viernes, 7 de mayo de 2010

Top Secret: la ilusión visual convertida en carcajada

No cabe duda que el mundo de la imagen y sus significados tiene mucho juego, y que el contenido conceptual que puede sacarse de ello es infinito.
Pero la risa... ¡Ah, la risa!

Probablemente nada más agradecido cuando le sacas jugo al concepto de la imagen que el sentido del humor, que la ironía y la desfachatez, que lo lúcido mezclado con lo lúdico.
Se agradece, vaya que sí.
Y este es el caso de Top Secret, una película que -me atrevo a decir- puede poner de acuerdo a dos sensibilidades diametralmente opuestas hasta elevarla a categoría de obra maestra.
Es la magia de la risa. El poder de la desvergüenza.

En esta escena que no llega a los diez segundos (¡diez segundos!) despliegan toda su sabiduría sobre las ilusiones visuales para hacernos creer que lo que vemos no es lo que vemos, aunque al final sí: lo que vemos es en realidad lo que vemos.

Como yo lo explico muy mal, vedlo aquí:


Y es que todo trata de lo mismo: De la percepción visual.
Si yo veo un teléfono grande en primer término con unos personajes al fondo, lo único que pienso -por la constancia del tamaño- es que el teléfono está cerca y los personajes lejos.
En realidad no veo el teléfono grande (para mi cerebro tiene el mismo tamaño que todos los teléfonos), no lo veo grande, lo veo cerca.


El problema surge, claro, cuando uno de los personajes del fondo se acerca a coger el teléfono que suena.
Durante un par de segundos nos puede entrar la duda, o el desconcierto. Se está fraguando la verdadera relación de tamaño entre los dos -objeto y personaje-




Pero del desconcierto pasamos rápidamente a la hilaridad, al comprobar cómo en realidad el teléfono que se encontraba en primer plano tiene cinco veces el tamaño de un teléfono normal, mientras que el oficial que descuelga permanece impertérrito.





Cómo puede una tontería de apenas diez segundos dar con las claves de la naturaleza propia de la imagen.
Cómo puede una absurda y excesiva sucesión de gags convertirse en película y dejarnos una huella imborrable.
¡Ah, el humor, qué poder, qué inmenso el poder que tiene...!