Si aunamos sencillez, contundencia, poder de sugestión y claridad no podemos sino rendirnos a la evidencia.
Si la antesala a una obra maestra resulta ser una pequeña joya hay sin duda que quitarse el sombrero.
Vamos a referirnos hoy a estos títulos de crédito que con razón figuran como uno de los más redondos e impecables de la historia del cine.
Estamos hablando de los créditos de "Toro Salvaje", dirigida por Martin Scorsese en 1980, y que más allá de su propia década, se ha convertido por derecho propio en una de las más grandes películas de la historia del cine.
Este arranque, con el que directamente se abre la película, está a cargo del diseñador Dan Perri, que tiene en su haber una inabarcable creación de títulos entre los que encontramos los de "El exorcista", "Taxi Driver", "Star Wars", "Encuentros en la tercera fase", "Jó, qué noche", "Gans of New York" o "En el Valle de Elah" por citar sólo unos pocos.
Perfectamente en sintonía con la música del "Cavalleria Rusticana" de Pietro Mascagni, esta pequeña pieza mezcla la sutileza de un baile y la contundencia de un ring con la soledad indómita de su protagonista.
Un único plano sirve para contar y mostrar todo lo que se quiere.
Aquí lo tenéis:
Sencillez y contundencia.
Hay en esta secuencia un preludio que me parece interesante reseñar, y es el hecho de que el protagonista absoluto de la cinta, Robert de Niro, quede al margen del espacio del ring, y se introduzca primero en banco sobre negro.
El plano que aparece después va a ser el único que veamos durante toda la secuencia de créditos: El personaje de un boxeador que calienta en el ring, mientras que las tres líneas (cuerdas del cuadrilátero) que cruzan el espacio van a servir de regla de maquetación para incluir los títulos.
Bien en la parte de arriba, como en el caso del título de la película...
Bien en la parte más central, como ocurre ahora con el personaje que interpreta Joe Pesci...
O aprovechando varios espacios a la vez, cuestión que ocurre cuando tenemos que dar más información, como en el caso de los créditos más técnicos.
No puedo evitar referirme a un sentido más conceptual y menos compositivo, cuando lo que vemos durante toda esta secuencia de créditos es al boxeador Jack La Motta -protagonista absoluto de la historia- solo, en el cuadrilátero (que es la vida, su vida), moviéndose, saltando, acercándose o alejándose.
Vemos gracias a los flashes de las cámaras sus luces y sus sombras, y el acompañamiento musical no nos deja indiferente, dejándonos inevitablemente una sensación de amargura, de que esa vida está teñida de un halo de soledad, tristeza, gloria y caída.
También es importante a mi modo de ver, la despersonalización del individuo, de un individuo al que en ningún momento le vemos la cara y que por lo tanto no podemos identificar con un rostro, con una expresión.
¿Es esta historia la historia de Jack La Motta, o es la historia del boxeo?, ¿es esta historia una metáfora de la vida como lucha diaria y solitaria en un cuadrilátero, o es el ring una prisión de la que es imposible escapar...?
Los títulos de crédito terminan, se funde a negro y empieza la historia.
No sé si contestarán a todas nuestras preguntas, pero al menos nos han conseguido atrapar desde el minuto uno.
Y ya no nos soltarán en todo el metraje...