Hay veces en que las cosas duran lo que tienen que durar.
Hemos visto que en cine lo normal, lo más habitual, es que el tiempo narrado sea menor al tiempo real, aunque también encontramos casos en que éste puede durar más, o en que dura exactamente lo mismo.
Llega hoy aquí un sencillo ejemplo de esto último, uno que siempre me ha hecho mucha gracia, y que he de reconocer que me gusta especialmente.
Se trata de una pequeña secuencia del principio de la película "Lulu on the Bridge", la primera cinta dirigida en solitario por el escritor Paul Auster, en 1997, dos años después de su inicio con la magnífica "Smoke", de la mano de Wayne Wang .
Si no hace mucho veíamos en "Lost in translation" como nos contaban una noche entera en solo cuarenta y cinco segundos, en este caso tendremos la oportunidad de estar un minuto y medio viendo como la actriz Mira Sorvino intenta quitar el plástico a un CD original...
Puede que fuese una película fallida, pero por cosas como esta yo le tengo un cariño muy especial:
No deja de resultar curioso cómo se puede "gastar" más de un minuto de cinta en contar "esto", pero hay que reconocer el proceso de identificación (¡a quién no le ha pasado!) que el espectador obtiene en dicho visionado.
Con los dedos, con las uñas, con la boca, raspando... Es una acción que no por conocida deja de resultar cómica y estresante a un tiempo.
La cámara sigue a la protagonista hasta las puertas del reproductor de CD. Acaba de llegar a casa después de comprar un disco del saxofonista que interpreta Harvey Keitel, y con un leve zoom in vamos cerrando el plano mientras ella intenta abrir el CD que se resiste...
Me gusta imaginar que Mira Sorvino no intentó prolongar esa apertura, y que las indicaciones de Paul Auster fueron del tipo: "Simplemente ábrelo. Tarda lo que tengas que tardar"
Sí, como la vida misma...